Un barón del azúcar en México
Al casarse Carlos Linga a la edad de 50 años con Bertha Probst, era ya un empresario exitoso. Tan sólo con 17 años de edad, su destino lo llevó desde Altona hasta México. En Mazatlán trabajó como representante de la empresa Wöhler, Bartning Sucesores, hasta que en 1904 decidió independizarse. Carlos Linga logró establecerse como empresario del comercio azucarero y naviero juntando con ello una considerable fortuna. Todo ello a pesar de la prohibición de ejercer cualquier tipo de actividad económica que había recibido por causa de su nacionalidad alemana durante las dos guerras mundiales. Desde 1904 hasta 1939 Linga fue director de distintas uniones azucareras, primero en el norte de México y luego a nivel nacional, ejerciendo así un papel fundamental en la vida comercial mexicana. Por momentos actuó incluso como productor de azúcar.
Desde 1902 trabajó además como representante y asesor local de compañías y bancos. A partir de 1907 participó en la fundación de asociaciones comerciales. El excedente de la producción de aguardiente de caña le había permitido realizar ya en 1906 su primer negocio: importar lámparas de alcohol y venderlas en su empresa “Agnil” en la Ciudad de México. A este primer ensayo le siguieron varios proyectos más, entre éstos, la comercialización de productos agrarios en el norte del país, que en parte eran de su propia producción. Otro excelente negocio fue el naviero, aun cuando el bloqueo comercial durante la Primera Guerra Mundial supuso finalmente el fracaso del mismo. Entre 1913 y 1919 Linga mantuvo una flota de ocho barcos comerciales y fundó tres sucursales navieras en los Estados Unidos de América. En 1920 adquirió la locomotora de vapor “Lolita”, con la que transportaba los excedentes de la producción azucarera entre el norte de México y los Estados Unidos de América.